A la Nena (la hija de la Patrona) le encantó mi cartera amarilla. Cuando le conté que mi Tiabuela la tejió a crochet, la Nena exclamó «que haga para vender». Lo mismo que yo le dije a la Tiabuela, y a la Patrona (cuando a ella se le dio por hacer flores y animalitos de origami).
Que se yo, será una trivialidad, una pavadita…pero que haya usado una expresión mía me emocionó.
Y me emocionó tanto que cuando me pidió permiso para revisar el interior de mi cartera, se lo di (sin pensar, ni medir consecuencias). La pequeña se puso a hurgar entre mis pertenencias mientras yo limpiaba ensimismada en mi contento.
Cada tanto la Gurisa (como le decimos a las nenas en Misiones) venía y me decía algo así como «Mirtaaa, que lindo pintalabios rosa ¿me lo regalás?» o «esto lo vi en la tele, si te tiran agua con una manguera no te mojás» (se refería a una propaganda de toallitas femeninas). No le presté demasiada atención hasta que me pidió que le convidara un chicle
Yo- ¡¿Que chicle?! -(nunca llevo chicles porque no me gustan)
– Éste, el que encontré en tu cartera– dijo la nena enarbolando un profiláctico en su envoltorio.
Ahí nomás se rompió el hechizo que me traía obnubilada, sin darle explicación alguna le saqué el condón y me fui a juntar mis cosas que estaban desparramadas sobre la mesa del comedor.